lunes, 13 de abril de 2015

El marido no le cacharrea rico a ese coroto… Capítulo 3




Señores y señoras ya van 3 románticas y apasionantes entregas.

Que lo disfruten.

No puedo mentir, van 3 meses, 14 días, 16 horas, 45 minutos y 19 segundos desde que Pamelita poso sus inocentes trencitas, su acento sexy, su ropa poco reveladora y sus provocadores glúteos en mi casa. Pamela me trae mal, muy mal realmente.

Sueño todos los días con ella, con ese suave durazno el cual imagino siendo mordido por mi joven dentadura; tengo la mano peluda, he sufrido 3 desgarros de antebrazo, todo esto debido a mi obsesión por aquel ejemplar tan bien conservado.

Tengo ojeras, no puedo pensar, mis amigos se burlan de mi idiotez la cual se ve a simple vista, debo confesarlo Eddie Santiago se ha vuelto mi cantante favorito.

Pamela ha hecho de las suyas con mis hormonas, su forma de calentarme es muy sutil pero efectiva. Parte de mi sufrimiento pélvico no es solo culpa de ella, acepto que nunca me he atrevido a pedirle que me deje llegar a lo más profundo de sus cavernas; pero si algo tengo claro es que Pamela sabe que todos mis coqueteos tienen un solo destino, llegar a sus adentros por el sur, no me importa más.

Una mañana camino resignado, cabizbajo, me dirijo al baño como siempre lo he hecho, cuando paro en la puerta recuerdo ese sueño que marco el inicio de mí desdicha.

Al verme Pamela dice -¿Querés tu tinto?, ese día no tenía ganas de tocarme, de soñar con ella, sabía que había perdido mis esperanzas de saborear todo sus líquidos, nunca llegaría a soplarle las nalgas. Entonces con voz suave le dije -Naaa, me voy a bañar ya–
Pamela a la cual su vida le ha dado la suficiente cancha se me acerco mucho, mucho. -No lo traés paradito como siempre, ¿ya no me querés?-, -¿Quererte? No es eso Pamela, me levante mamón, no es más–, -¿mamón?, uff no me dés ideas pues– 

Sorprendido veo como Pamelita se va agachando a la vez que pasa su lengua por mi abdomen, de inmediato recordé mi sueño húmedo, húmedo no es la palabra, la mojada de esa mañana parecía la caída de las Cataratas del Niagara”.

Pamela escarbo en mis boxers, lo saco, le dio un pico y lo guardo.
Mire sus téticas y el ánimo se me subió. Sin pensarlo mi chino y yo nos animamos, la quise coger pero ella se retiró, -aun no, aun no- dice con tono serio.

Tomo mi mano y me llevo al comedor, me sentó en una silla, Desanudo su delantal y lo hizo un rollo, creo un lazo con él. Velozmente ato mis manos y torso a la silla, yo solo deseaba introducir 1 o 2, o porque no 3 deditos en su hoyo, pero Pamela me dejo con las ganas de manosearle ese culo culpable de mi desesperación. 

Lo tenía más parado que nunca, Pamela se movía, me miraba…
restregaba sus dos patillas contra mi pelvis, era un momento muy erótico, pero a mí la verdad me importa un culo el erotismo, yo quería soltar mis manos, y pegarle la revolcada que le tengo guardada desde hace 3 meses, 14 días, 16 horas, 45 minutos y 19 segundos. 

Al meter la mano en mis boxers y bajarlos murmura morbosamente -Como tenés de ricas las güevitas, estas como quiere la niña- a lo cual procede a pasar su lengua por ellas.

Eso la verdad me ilusiono, siento que ese culo está más cerca de mi pelvis, definitivamente nunca se pueden perder las esperanzas.

Pamela se disponía a sacar su mano de mi entrepierna pero yo no pude controlar mi pasión y como un chorro de agua que se usa para apagar un incendio todo mi amor salió y encontró feliz destino en la cara y cabello de Pamela, ella se dirigió directamente al espejo y con voz cortada por sus carcajadas dice -Nooo, mirá como me volviste el pelo, comé mierda– Yo solo atine a responderle -Pero si me la da con culo-. Pamela voltea y lentamente se me acerca al oído,-¿de verdad?, ¿querés comer culo?, pues… hacéle que yo soy como el Milo, la meta la pónes tu…

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