A Bárbara el trabajo empezó a permitirle ciertos lujos que
en su vida estudiantil no pudo darse; uno de ellos vivir sola.
Era un día laboral, caminaba por un sector cerca de su
trabajo cuando vio el aviso de un apartamento en renta, —vivir cerca no es mala
idea, me ahorraría tiempo, algo de dinero y puedo dormir más— pensó.
Realizo el respectivo papeleo, junto el dinero y abono 3
meses adelantados, la felicidad se confundía con su ansiedad, quería cambiarse
ya.
Un domingo sin nada que hacer se fue de plan dominguero, termino
en un almacén de cadena chismosiando elementos para su nuevo hogar. Compro
vajilla, vasos, canecas para la basura, entre muchas más cosas. Ya terminando
sus compras paso por el sector de los muebles, a lo lejos vio algunos juegos de
sala, pero la sorprendió la belleza de un sofá amarillo...
El día de su mudanza tenia empacadas sus pocas pertenencias
listas para ser llevadas al camión, así emprendió su nuevo rumbo entre abrazos
de su padre y las lágrimas de su madre, —Mija no se vaya, acá tiene todo, nos
tiene a nosotros — dijo su madre,— ma, no es por ustedes es por mí, creo que es
un paso que se debe dar — dijo Bárbara.
Al otro día ya en su nuevo apartamento se despertó tarde, no
desayuno, salió apurada entre cajas y ropa sin organizar, camino tranquila,
vivir tan cerca le daba tranquilidad, la llenaba de satisfacción.
Ya en la tarde al llegar a casa se sentó juiciosa a
organizar, acomodo la ropa en el closet, la colgó como su mama le había
enseñado. Sonó su celular, —alo?, pues imagínate, contenta, claro tenderemos
que hacer una reunión..., listo nos hablamos mañana, un abracito—, camino, miro
su sala —ese sofá amarillo queda perfecto en este espacio— se dijo.
Durante la semana no pudo olvidar el sofá, llego a ser casi
obsesiva con él, descargo una foto de la página web del almacén, a todos le
mostraba lo que en un futuro cercano iba a ser su sitio de relax. No aguanto
más, lo compro al otro día, llegaría el sábado apenas para estrenar su adorado
sofá amarillo en la reunión, llamo a sus 3 amigas compinches y a Pedro su único
amigo.
Llego el día esperado, el terciopelo amarillo brillaba reluciente,
era hermoso, se convertía a 4 diferentes posiciones, estaba enamorada,
esa noche nadie excepto ella se sentó en el, lo abrazaba, se recostaba,
alardeaba como si estuviera estrenando novio.
Bárbara era soltera por actual convicción, pero por
obligación en general, -esto no quiere decir que no saliera con uno que otro
pretendiente-. Una mala relación que termino en los peores términos la hizo
tomar el camino de la soledad, la cual amaba.
La relación con su sofá amarillo, -Tiger le decía ella- era
fenomenal, Tiger se volvió su confidente en aquellas noches frías de la ciudad.
Ella le contó lo que Ángel le había hecho, conocía la historia de cómo él la
dejo para irse con otra, de cómo sin importarle la dejo sola.
Una noche Bárbara llevo un amigo a su casa, este personaje
lo había conocido por internet, esa era su única ventana al mundo, su vida
encerrada en la oficina no le dejaba tiempo de conocer gente nueva. Con Camilo
las cosas iban bien, salían, tomaban cerveza, charlaban, se besaban, la tensión
sexual entre ellos creció rápidamente, esa noche Bárbara había decidido que con
él quería estrenar su apartamento.
Ya recostados, sin ropa encima de Tiger Bárbara se sintió
estupenda, eso no lo había sentido en mucho tiempo, Camilo avanzo fugaz por las
caderas de Bárbara, hasta llegar a su entrepierna, con su lengua hizo estallar
en gritos de placer a Bárbara, fue un sexo maravilloso.
Ya en la mañana siguiente se despertó, durmieron en aquel
hermoso terciopelo que con su calor cobijo a ambos, ella quería más, así que
fue al baño se cepillo los dientes y despertó a Camilo con su boca. Tenía unos
labios prodigiosos, un cabello rojo natural largo y bien cuidado, en su cara
tenia visibles algunas pecas que llamaban a la lujuria.
Desde su mudanza todo le estaba saliendo de maravilla, tanto
así que ya para esa noche Bárbara tenía una cita con otro amigo cibernético.
Algo extraño pasaba cuando su cuerpo sentía ese cálido terciopelo, un deseo
sexual le nublaba la razón, perdía el control de sus manos, estas actuaban
solas, sin poder entenderlo llegaban a su pubis regalándose gran placer.
Era una noche lluviosa perfecta para pasarla encerrado en la
casa, llego Pepe, un hombre alto, de buen cuerpo. Luego de varios vinos ella
estaba preparada para entregarse a él. Fue al baño a peinarse y ponerse aún más
hermosa, no fue mucho lo que tardo, cuando volvió a su sala vio la chaqueta
pero a Pepe no... Le llamo a su celular el cual caía directo al buzón de voz,
—maldito, — grito —pero tendrá que volver por sus cosas—, sin entender que paso
fue a su cama, nunca volvió a saber nada de él.
Camilo llego una noche, tenían planes de ir a comer, tomar
algo y por supuesto refugiarse en el calor de Tiger, pero para sorpresa suya
Camilo la abandono de la misma forma que Pepe lo había hecho semanas antes, —¿pero
qué mierda pasa, ahora estoy tan fea, ya nadie quiere saber de mí?— grito
enfurecida, se sentó en Tiger lo acaricio —¿tú nunca me vas a dejar cierto?,
sin pensar se refugió en el calor que le brindaba, durmió en él.
En la mañana se despertó extrañada, ella estaba segura que se
había dormido con ropa, pero no tenía nada, estaba completamente desnuda, no
entendió pero aun así se levantó a prepararse algo de desayunar, al caminar
sintió dolor, el mismo dolor que se siente al tener una noche alocada de sexo,
camino extrañada pero no le dedico mucho tiempo a analizar este hecho.
Ya pasados los días, Bárbara llego con otro pretendiente,
quería saciar ese calor que Tiger le despertaba sin razón alguna, pero esta vez
no se separó de su amigo, fue a la cocina sin quitarle la mirada de encima,
Roberto estaba sentado plácidamente esperando a Bárbara, ella lo miraba con
lujuria, no esperaba la hora de estar encima de él, lo cual paso sin dar espera.
Bárbara inundada de placer nota que su compañero de noche grita muy fuerte, no
es un grito de satisfacción es un grito desgarrador, aterrada Bárbara se
levanta del sofá, lo mira fijamente a los ojos y con sorpresa nota como Roberto
es succionado por Tiger, salpica sangre por todos lados, se oyen los huesos
crujir, en cuestión de segundos Roberto desaparece. La sangre del sofá se
esfuma pero la que alcanzo a salpicar en su cara no, atónita Bárbara se sienta
en Tiger, en estado de shock le pregunta —¿porque hiciste eso?— se siente un
silencio frio y sepulcral en la sala, ella sin entenderlo se recuesta inmediatamente
siente un calor hermoso, acogedor y queda dormida.
Pasaron los días y ella nunca se preguntó qué pasó, sentía
una fuerza que la atraía, una tranquilidad extraña que la hacía olvidar al
mundo.
Una noche llevo a otro amigo quería comprobar lo que meses
antes había pasado con Roberto, sus amigos preocupados la llamaban pero ella no
respondía, estaba totalmente absorta por Tiger, algo en su cabeza le decía que
debía hacerlo así estuviera mal. Esa noche Bárbara le practico sexo oral a su
amigo de turno, eso a Tiger le encantaba, sabía que al hacerlo su reacción iba
a ser la que ella esperaba. Justo antes que el llegara al éxtasis Bárbara paro,
se puso de pie, —todo tuyo— dijo, su acompañante casi al borde de estallar no
supo que paso solo sintió como era aplastado por una
fuerza descomunal, sintió como uno a uno sus huesos eran quebrados por Tiger, la
sangre voló por toda la sala, Bárbara lo miraba, sus ojos estallaban en lujuria
esa sangre que la acariciaba la hizo mojarse como nunca lo había hecho, ya sin
rastro de su amante llego al éxtasis, estallo en un grito de pasión, ese
orgasmo no lo olvidaría jamás.
Tiger y Bárbara repitieron esa noche muchas veces, ella
salía a cazar incautos a los bares, los llevaba a su casa así satisfacía sus
más profundos deseos. Bárbara no pensaba en más, renuncio a su trabajo, solo se
dedicaba a complacer a Tiger que nunca la defraudo. Entre sueños Tiger le decía
que quería conocer a Ángel, ella no dudo en llamarlo e invitarlo a su casa. Al
principio Ángel se rehusó pero fue tanta la insistencia de Bárbara que accedió,
—vas a tener una noche maravillosa— dijo Bárbara cuando Ángel accedió a
verla.
Ángel y Bárbara se encontraron en el mismo sitio donde se
encontraban años atrás, Ángel llego primero, Bárbara se hizo esperar, en el
momento que Ángel la vio quedo deslumbrado, estaba hermosa, nunca imagino que
la persona que había dejado sola enfrentando su destino años atrás podía ser
ella. Bárbara hecha una princesa se sentó, pidió un trago y se dispuso a conquistar
a Ángel, por supuesto él no se resistió. Le dio un poco de placer oral en el
mismo bar, —pide la cuenta, y vamos ya a mi apartamento, tengo que darte una
sorpresa que he tenido guardada mucho tiempo— dijo ella. Sin decir una palabra
Ángel pago la cuenta, pidió un taxi y rápidamente llegaron al apartamento, casi
no la deja abrir la puerta, él quería poseerla ya, —déjame abrir amor, la
sorpresa está dentro—. Bárbara desnudo a Ángel como un rayo, lo empujo al sofá
—él es Ángel— dijo. Ángel no se percató que Bárbara hablaba sola, el solo
quería entrar en las piernas de ella de inmediato. Bárbara sirvió dos tragos, y
se sentó al lado de él, —¿oye, y la perra por la que me dejaste qué?— Ángel
que tenía su lengua ocupada en los senos de Bárbara dijo, —no pienses en nada
piensa en mí pene que tanto te encanta— ella estallo en furia, una furia
interna que supo disimular, se puso de pie, —todo tuyo mi vida— dijo con odio
—quiero que sea lento…
Tiger en repuesta a su amada lo succiono tan lentamente que
los gritos de Ángel se escucharon a cuadras de distancia, la sangre brotaba
como nunca había pasado, ella sin decir palabra se masturbaba viendo como el
sufría, estaba contenta, estaba en éxtasis por fin veía a Ángel sufrir por
ella, cuando ya no quedo rastro de él se recostó en Tiger, esta vez la sangre
no se diluyo, esta vez Tiger estaba inundado en sangre la cual Bárbara se unto
por todo su cuerpo desnudo, —gracias mi amor, no hay nada como el sexo por
venganza, acabas de hacerme la mujer más feliz del planeta, —quiero que me
hagas tuya— así lentamente Tiger consumió a su amada, esta vez no hubo gritos,
no hubo dolor, en cuestión de segundos
Tiger y Bárbara se habían convertido en uno solo.
Cuando la policía llego alertada por los vecinos,
encontraron un apartamento reluciente adornado por un hermoso sofá de terciopelo amarillo en la mitad de una acogedora sala.