miércoles, 26 de marzo de 2014

Tiger



A Bárbara el trabajo empezó a permitirle ciertos lujos que en su vida estudiantil no pudo darse; uno de ellos vivir sola.
Era un día laboral, caminaba por un sector cerca de su trabajo cuando vio el aviso de un apartamento en renta, —vivir cerca no es mala idea, me ahorraría tiempo, algo de dinero y puedo dormir más— pensó.
Realizo el respectivo papeleo, junto el dinero y abono 3 meses adelantados, la felicidad se confundía con su ansiedad, quería cambiarse ya.
Un domingo sin nada que hacer se fue de plan dominguero, termino en un almacén de cadena chismosiando elementos para su nuevo hogar. Compro vajilla, vasos, canecas para la basura, entre muchas más cosas. Ya terminando sus compras paso por el sector de los muebles, a lo lejos vio algunos juegos de sala, pero la sorprendió la belleza de un sofá amarillo...

El día de su mudanza tenia empacadas sus pocas pertenencias listas para ser llevadas al camión, así emprendió su nuevo rumbo entre abrazos de su padre y las lágrimas de su madre, —Mija no se vaya, acá tiene todo, nos tiene a nosotros — dijo su madre,— ma, no es por ustedes es por mí, creo que es un paso que se debe dar — dijo Bárbara.
Al otro día ya en su nuevo apartamento se despertó tarde, no desayuno, salió apurada entre cajas y ropa sin organizar, camino tranquila, vivir tan cerca le daba tranquilidad, la llenaba de satisfacción.
Ya en la tarde al llegar a casa se sentó juiciosa a organizar, acomodo la ropa en el closet, la colgó como su mama le había enseñado. Sonó su celular, —alo?, pues imagínate, contenta, claro tenderemos que hacer una reunión..., listo nos hablamos mañana, un abracito—, camino, miro su sala —ese sofá amarillo queda perfecto en este espacio— se dijo. 

Durante la semana no pudo olvidar el sofá, llego a ser casi obsesiva con él, descargo una foto de la página web del almacén, a todos le mostraba lo que en un futuro cercano iba a ser su sitio de relax. No aguanto más, lo compro al otro día, llegaría el sábado apenas para estrenar su adorado sofá amarillo en la reunión, llamo a sus 3 amigas compinches y a Pedro su único amigo.

Llego el día esperado, el terciopelo amarillo brillaba reluciente, era hermoso, se convertía a 4 diferentes posiciones, estaba enamorada, esa noche nadie excepto ella se sentó en el, lo abrazaba, se recostaba, alardeaba como si estuviera estrenando novio.

Bárbara era soltera por actual convicción, pero por obligación en general, -esto no quiere decir que no saliera con uno que otro pretendiente-. Una mala relación que termino en los peores términos la hizo tomar el camino de la soledad, la cual amaba.

La relación con su sofá amarillo, -Tiger le decía ella- era fenomenal, Tiger se volvió su confidente en aquellas noches frías de la ciudad. Ella le contó lo que Ángel le había hecho, conocía la historia de cómo él la dejo para irse con otra, de cómo sin importarle la dejo sola.

Una noche Bárbara llevo un amigo a su casa, este personaje lo había conocido por internet, esa era su única ventana al mundo, su vida encerrada en la oficina no le dejaba tiempo de conocer gente nueva. Con Camilo las cosas iban bien, salían, tomaban cerveza, charlaban, se besaban, la tensión sexual entre ellos creció rápidamente, esa noche Bárbara había decidido que con él quería estrenar su apartamento.

Ya recostados, sin ropa encima de Tiger Bárbara se sintió estupenda, eso no lo había sentido en mucho tiempo, Camilo avanzo fugaz por las caderas de Bárbara, hasta llegar a su entrepierna, con su lengua hizo estallar en gritos de placer a Bárbara, fue un sexo maravilloso.
Ya en la mañana siguiente se despertó, durmieron en aquel hermoso terciopelo que con su calor cobijo a ambos, ella quería más, así que fue al baño se cepillo los dientes y despertó a Camilo con su boca. Tenía unos labios prodigiosos, un cabello rojo natural largo y bien cuidado, en su cara tenia visibles algunas pecas que llamaban a la lujuria.
 
Desde su mudanza todo le estaba saliendo de maravilla, tanto así que ya para esa noche Bárbara tenía una cita con otro amigo cibernético. Algo extraño pasaba cuando su cuerpo sentía ese cálido terciopelo, un deseo sexual le nublaba la razón, perdía el control de sus manos, estas actuaban solas, sin poder entenderlo llegaban a su pubis regalándose gran placer.

Era una noche lluviosa perfecta para pasarla encerrado en la casa, llego Pepe, un hombre alto, de buen cuerpo. Luego de varios vinos ella estaba preparada para entregarse a él. Fue al baño a peinarse y ponerse aún más hermosa, no fue mucho lo que tardo, cuando volvió a su sala vio la chaqueta pero a Pepe no... Le llamo a su celular el cual caía directo al buzón de voz, —maldito, — grito —pero tendrá que volver por sus cosas—, sin entender que paso fue a su cama, nunca volvió a saber nada de él.

Camilo llego una noche, tenían planes de ir a comer, tomar algo y por supuesto refugiarse en el calor de Tiger, pero para sorpresa suya Camilo la abandono de la misma forma que Pepe lo había hecho semanas antes, —¿pero qué mierda pasa, ahora estoy tan fea, ya nadie quiere saber de mí?— grito enfurecida, se sentó en Tiger lo acaricio —¿tú nunca me vas a dejar cierto?, sin pensar se refugió en el calor que le brindaba, durmió en él.
En la mañana se despertó extrañada, ella estaba segura que se había dormido con ropa, pero no tenía nada, estaba completamente desnuda, no entendió pero aun así se levantó a prepararse algo de desayunar, al caminar sintió dolor, el mismo dolor que se siente al tener una noche alocada de sexo, camino extrañada pero no le dedico mucho tiempo a analizar este hecho.

Ya pasados los días, Bárbara llego con otro pretendiente, quería saciar ese calor que Tiger le despertaba sin razón alguna, pero esta vez no se separó de su amigo, fue a la cocina sin quitarle la mirada de encima, Roberto estaba sentado plácidamente esperando a Bárbara, ella lo miraba con lujuria, no esperaba la hora de estar encima de él, lo cual paso sin dar espera. Bárbara inundada de placer nota que su compañero de noche grita muy fuerte, no es un grito de satisfacción es un grito desgarrador, aterrada Bárbara se levanta del sofá, lo mira fijamente a los ojos y con sorpresa nota como Roberto es succionado por Tiger, salpica sangre por todos lados, se oyen los huesos crujir, en cuestión de segundos Roberto desaparece. La sangre del sofá se esfuma pero la que alcanzo a salpicar en su cara no, atónita Bárbara se sienta en Tiger, en estado de shock le pregunta —¿porque hiciste eso?— se siente un silencio frio y sepulcral en la sala, ella sin entenderlo se recuesta inmediatamente siente un calor hermoso, acogedor y queda dormida.

Pasaron los días y ella nunca se preguntó qué pasó, sentía una fuerza que la atraía, una tranquilidad extraña que la hacía olvidar al mundo.

Una noche llevo a otro amigo quería comprobar lo que meses antes había pasado con Roberto, sus amigos preocupados la llamaban pero ella no respondía, estaba totalmente absorta por Tiger, algo en su cabeza le decía que debía hacerlo así estuviera mal. Esa noche Bárbara le practico sexo oral a su amigo de turno, eso a Tiger le encantaba, sabía que al hacerlo su reacción iba a ser la que ella esperaba. Justo antes que el llegara al éxtasis Bárbara paro, se puso de pie, —todo tuyo— dijo, su acompañante casi al borde de estallar no supo que paso solo sintió como era aplastado por una fuerza descomunal, sintió como uno a uno sus huesos eran quebrados por Tiger, la sangre voló por toda la sala, Bárbara lo miraba, sus ojos estallaban en lujuria esa sangre que la acariciaba la hizo mojarse como nunca lo había hecho, ya sin rastro de su amante llego al éxtasis, estallo en un grito de pasión, ese orgasmo no lo olvidaría jamás.

Tiger y Bárbara repitieron esa noche muchas veces, ella salía a cazar incautos a los bares, los llevaba a su casa así satisfacía sus más profundos deseos. Bárbara no pensaba en más, renuncio a su trabajo, solo se dedicaba a complacer a Tiger que nunca la defraudo. Entre sueños Tiger le decía que quería conocer a Ángel, ella no dudo en llamarlo e invitarlo a su casa. Al principio Ángel se rehusó pero fue tanta la insistencia de Bárbara que accedió, —vas a tener una noche maravillosa— dijo Bárbara cuando Ángel accedió a verla.
Ángel y Bárbara se encontraron en el mismo sitio donde se encontraban años atrás, Ángel llego primero, Bárbara se hizo esperar, en el momento que Ángel la vio quedo deslumbrado, estaba hermosa, nunca imagino que la persona que había dejado sola enfrentando su destino años atrás podía ser ella. Bárbara hecha una princesa se sentó, pidió un trago y se dispuso a conquistar a Ángel, por supuesto él no se resistió. Le dio un poco de placer oral en el mismo bar, —pide la cuenta, y vamos ya a mi apartamento, tengo que darte una sorpresa que he tenido guardada mucho tiempo— dijo ella. Sin decir una palabra Ángel pago la cuenta, pidió un taxi y rápidamente llegaron al apartamento, casi no la deja abrir la puerta, él quería poseerla ya, —déjame abrir amor, la sorpresa está dentro—. Bárbara desnudo a Ángel como un rayo, lo empujo al sofá —él es Ángel— dijo. Ángel no se percató que Bárbara hablaba sola, el solo quería entrar en las piernas de ella de inmediato. Bárbara sirvió dos tragos, y se sentó al lado de él, —¿oye, y la perra por la que me dejaste qué?— Ángel que tenía su lengua ocupada en los senos de Bárbara dijo, —no pienses en nada piensa en mí pene que tanto te encanta— ella estallo en furia, una furia interna que supo disimular, se puso de pie, —todo tuyo mi vida— dijo con odio —quiero que sea lento…
Tiger en repuesta a su amada lo succiono tan lentamente que los gritos de Ángel se escucharon a cuadras de distancia, la sangre brotaba como nunca había pasado, ella sin decir palabra se masturbaba viendo como el sufría, estaba contenta, estaba en éxtasis por fin veía a Ángel sufrir por ella, cuando ya no quedo rastro de él se recostó en Tiger, esta vez la sangre no se diluyo, esta vez Tiger estaba inundado en sangre la cual Bárbara se unto por todo su cuerpo desnudo, —gracias mi amor, no hay nada como el sexo por venganza, acabas de hacerme la mujer más feliz del planeta, —quiero que me hagas tuya— así lentamente Tiger consumió a su amada, esta vez no hubo gritos, no hubo dolor,  en cuestión de segundos Tiger y Bárbara se habían convertido en uno solo.

Cuando la policía llego alertada por los vecinos, encontraron un apartamento reluciente adornado por un hermoso sofá de terciopelo amarillo en la mitad de una acogedora sala.

Apegos



Parece mentira pienso, al tiempo que miro una ya vieja foto en la que estamos los dos.

Fue sorpresa, nunca imagine que de un día a otro el destino me haría cambiar y extrañarte de esta manera. Lo complejo fue levantar todo eso solo, lo complicado fue reinventar el mundo, reinventarme en el mundo.
Cuando pensé tener todas las respuestas… me cambiaron las preguntas, y aun así nunca me esforcé en analizarlo, nunca quise saber. Solo lo acepte.
Es la primera vez que pienso en escribirte, es la primera vez que tengo ganas de contarte que aun duele este hueco que dejaste en mi existir.
Pero mira acá estoy, no pasó nada, no dejo de amanecer, no dejo de atardecer, el sol se ocultó, la luna salió todas las noches sin falta… pero… pero en mi mente y en mi corazón hice que el resto se detuviera, aunque gane más de lo que perdí, pensé más de lo que debía, me escondí más de lo que imagine. Sentía un frio que me carcomía.
El hueco fue grande, extrañarte es mortal, pero el cuerpo sabe adaptarse. El tiempo ayuda, el tiempo enseña a que las situaciones cambian, enseña a que nada es eterno, a que nada dura para siempre.
Mientras te escribo se acerca una anciana — ¿Puedo sentarme? — Dice, asenté con la cabeza — ¿Qué le pasa joven? — Pregunta la señora, sabe… me siento solo, desprotegido, desnudo, me hace mucha falta, la extraño montones en las noches, su ausencia me duele, pero es mi deber entender que no es tan malo, que hay más, que puedo vivir sin ella…
— Joven no se aflija, mire tan lindo que se ve este parque desde esta butaca, oiga los pajaritos como cantan, No la extrañe tanto — me dijo la señora con tono consolador —, no vale la pena.
Así son las cosas de la vida — respondí — apegos innecesarios que uno mentalmente se crea.
¿Sabe que hoy hace 31 meses, 135 semanas, 950 días, 22.801 Horas, 1.368.060 Minutos y 82.083.600 segundos, no la tengo? hace ese tiempo ya…
Solo espero que el que este con ella disfrute su compañía y hasta la luzca, creo que es mi mejor deseo, era hermosa, ella hacia cálidas mis noches, me acompañaba siempre…
Lo mejor de despertar era saber que existía esto me hacía levantarme y salir a luchar con la vida sin sentido; encontrarla siempre para mí, saber que me acompañaría era algo que no he podido encontrar con alguna otra.
— Pero la extraña mucho — me dice la señora.
Si, más en las heladas noches de esta caótica y a la vez solitaria ciudad… realmente era un hermoso abrigo. Mi hermoso abrigo.