Señores
lectores, ante todo doy gracias, escribir esta historia fue muy sabroso para
mí, y por lo que se, también fue sabroso para los que se tomaron el tiempo de
leerla.
Sin
más demoras pasemos a nuestro anhelado fin.
A estas alturas del paseo, Pamelita
y yo nunca llegamos a lograr una relación más estructurada, pero yo me las
creía como novio, mozo, machuque, concubino o lo que sea que fuese de ella, y eso
me gustaba.
Había algo extraño en esta
“relación”, en este tiempo Pamela nunca se dejó penetrar, ni por delante, ni
por detrás, nunca, nada de nada, es más, nunca se dejaba tocar, fui objeto de
innumerables depravaciones por parte suya pero nunca se dejó tocar. Como dice
el gran filósofo William Vinazco Che. “Mucho toque toque y de aquello nada…”
Otra cosa que en su momento nunca
me detuve a analizar fue la forma en la que me conforme con sus depravaciones, me
parecía normal ese abuso carnal y eso me llevo a olvidar que yo también deseaba
abusar de ella, hacer lo que el marido no puede: cacharrearle rico a ese
coroto, ese culito redondito y rico que me tiene mal.
Mis torpes análisis de la situación
con Pamela me dejaron una conclusión principal, le encantaba alborotar el
avispero, abusar de mis jóvenes hormonas, solo quería que viviera para sus
golferías y cochinadas. “una calienta huevos”, ¿Qué ganaba con esto?, ¿desesperarme?
La búsqueda de oportunidades que me
permitieran explorar sus fangosas cavernas llegaron a reducirse a una… cogerla
dormida o distraída, pensé que esa era mi solución, así que empecé a evitar los
contactos corporales planeados y me concentre en mi plan; me acerque a ella por
detrás y con mi sobresaliente bulto raye su corotico, -estáte quieto bebe- salió
de su boca con tono autoritario, pero acompañado de un meneo de caderas, leve y
delicioso; al frotar su trasero contra mí, imagine que podía avanzar más,
cuando trate de meter la mano en sus tangas para buscar su chochito húmedo,
agarro mi mano, mientras giro, con su famosa y desagradable mirada coqueta se alejó.
¿Pero qué hijueputas? muy rico si…,
pero yo quiero mandárselo, sentir caliente, quiero verla a los ojos cuando le
entre hasta el fondo, que sienta como mis nueces rebotan en sus nalgas, quiero sentirla
venir, en fin, QUIERO SEXO; QUIERO VENIRMELE EN LA CARA; QUIEROOOO, QUIEROOOO… disculpen
el desesperó pero esta arrechera me gana, el deseo me controla y la paja ya me
tiene embrutecido. Aun así no abandone mi majestuoso plan.
La noche que le gateé la recuerdo
muy bien. Llegue a mi casa tipo 1 pm y mi pamela estaba dormida sobre el sofá,
se durmió viendo algún programa de televisión. Dormía boca abajo, al acercarme oí
cerca de sus nalgas una voz que decía: coméme, coméme… desde ahí veía, así no
me crean, los labios de su chochita moviéndose, los veía como me mandaban
picos, los veía rojos y ganosos de sentirme adentro.
Apurado lo saque, lo lubrique,
empecé a correr sus cacheteros suavecito, metí mi dedo corazón en el culito y a
su vez apreté sus tetas, la sentí gemir entre dormida, ya nada me iba a impedir
seguir. Me asegure de tomarle duro ambas manos con mi mano libre y le pase la
verga por la raja del culo, la penetre… sentí un alivio sin descripción, no lo creía…
¡por fin!
Reaccione a su suave voz - ¿qué hacés
ahí parado bebe? … -
Jueputa vida… me quiero morir,
estoy muy mal, hasta cuando la tengo pagando me embobo, no puedo creer que
fantasee con ella teniéndola de frente y ni siquiera le toqué un pelo.
Después de pajearme 5 o 6 veces por
día mientras la veía servirme el desayuno, dije no más, no más, no aguanto
maaaasssss, tengo que hacer algo, no puedo vivir así, otra vez pensé en seguir
mi estrategia.
Ese día desayune, me arregle para
irme a la calle simulando que tenía que hacer, me despedí como si nada y me fui
a la cafetería de la esquina de mi casa, espere media hora me fume un cigarro y
me fui otra vez a mi casa.
Metí la llave, abrí pasito, camine
buscándola, cuando la veo, estaba bañándose con la puerta abierta, se le veía
medio culo en el espacio que dejaba ver la cortina, me quite como un tiro la
ropa, obviamente ya lo tenía para partir panela, abrí la cortina y sin pensarlo
se lo arrime por el culo, ella se asustó - ¿qué paso? ¡No te ibas luego bebe!
- no, Pamela no puedo más, necesito
metérselo, necesito sentirla, necesito que me sienta.
Mientras hablaba, por fin le pude
meter mi dedo por el culo, ayudado por el agua entro fácil, ella gimió, fue un
quejido que me decía no pare siga, siga… cuando sentí que estaba lista la
agache, mi socio y yo no podíamos esperar más, no nos contuvimos y… se fue para
adentro, llego hasta la mitad porque sentí que dolió, si sigo me para me dice
que no y me deja iniciando, ni por el putas, iniciado no me quedo, yo a esta
hembra, porque eso es una hembra la perseguí mucho para que me deje caliente.
Pero no nos desviemos, pare y
empecé a meneárselo suave, suave, empujando de a poquitos, ella gimió de nuevo
con dolor pero no decía nada, seguía callada, disfrutando como se lo iba
metiendo, al empezar a subir la espalda entendí que es presagio que no quiere más,
así que le baje al ritmo de la penetrada; pero debía hacer algo para que no se
le bajara la arrechera, así que quite mi mano de las tetas y la baje buscando su
chochito y seguir llenándola de placer.
Cuando llegue abajo…
No pude seguir…
no puedo…
se me agua el ojo de recordarlo, es…
es…, es…
no puedo…
se me agua el ojo de recordarlo, es…
es…, es…
Muy duro, Pamela no era Pamela, Pamela era…
no, no puedo seguir…
Pamela era Policarpo, que digo Policarpo,
era POLICARPO, el hijueputa este lo tenía más grande y más grueso que el mío.
No supe que hacer y menos que
pensar, lo que si supe fue que Policarpo TRIPLEHIJUEPUTA ME LA HIZO.