-No se
ponga así... no es para que se moleste tanto... mire que hubiera podido ser
peor-. Fue lo último que oí esa rara tarde.
Mi mamá
trabaja en turnos bastante extraños, esto debido a la exigencia que tienen los
hospitales en sus horarios. Ella dice que soy un parasito, que no sirvo para
nada, pero yo no creo eso, creo que mi mamá aún tiene obligación de velar por
mi salud y techo, es lo mínimo que se hace por un hijo tan lindo como yo.
Hablando
de mi casa, siempre estuvo con nosotros alguien que ayudaba a mi mamá con el
aseo y a mantenerme bien cuidado.
En alguna ocasión trabajo una muchacha, 32 años más bien alta, 1,78 metros es alto para el promedio colombiano, tez morena, pelo largo y lacio que le llegaba hasta donde la cintura cambia de nombre, ufff, que par de nalgas tenía Pamelita...
En alguna ocasión trabajo una muchacha, 32 años más bien alta, 1,78 metros es alto para el promedio colombiano, tez morena, pelo largo y lacio que le llegaba hasta donde la cintura cambia de nombre, ufff, que par de nalgas tenía Pamelita...
Recuerdo
que llegó a mi casa con una ropa que no la hacía ver muy atractiva, tenía poco
busto lo cual compensaba con su excepcional duraznito, suave, apretadito,
rosadito, mmm que rico... bueno sigamos; Nunca imagine que yo con inocentes 22
años pudiera despertarle algún tipo de deseo.
Debo
confesar que Pamelita era muy atenta conmigo, todas las mañanas nos tomábamos
un tinto, charlábamos de cosas sin demasiada importancia y así nos fuimos
conociendo un poco más. Me entere de su hija de 2 años, también que vivía con
su marido del cual estaba bastante alejada, según ella por su apego a la niña.
¿Cómo el
marido no le cacharrea a Pamela?, es una pregunta que siempre me hice, ese
redondo trasero merece de un Indiana Jones como yo y así explorarlo muy a
fondo.
Le
pregunté si se sentía mal atendida, inmediatamente ella se sonrojó y evito la
respuesta. Con los días y a medida que pasábamos más tiempo juntos la confianza
entre nosotros creció, dicen los que saben, atracción por proximidad.
Sin darnos cuenta nuestras charlas se tornaron
un poco más calientes lo cual me arrechaba de una manera impresionante; intercambiamos historias, yo le contaba mis pocas experiencias sexuales
tratando de hacerla mojar así fuera un poquito, la verdad trataba de llegar a
su redondo culo que a estas alturas ya merecía su lechecita.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario