miércoles, 26 de marzo de 2014

Apegos



Parece mentira pienso, al tiempo que miro una ya vieja foto en la que estamos los dos.

Fue sorpresa, nunca imagine que de un día a otro el destino me haría cambiar y extrañarte de esta manera. Lo complejo fue levantar todo eso solo, lo complicado fue reinventar el mundo, reinventarme en el mundo.
Cuando pensé tener todas las respuestas… me cambiaron las preguntas, y aun así nunca me esforcé en analizarlo, nunca quise saber. Solo lo acepte.
Es la primera vez que pienso en escribirte, es la primera vez que tengo ganas de contarte que aun duele este hueco que dejaste en mi existir.
Pero mira acá estoy, no pasó nada, no dejo de amanecer, no dejo de atardecer, el sol se ocultó, la luna salió todas las noches sin falta… pero… pero en mi mente y en mi corazón hice que el resto se detuviera, aunque gane más de lo que perdí, pensé más de lo que debía, me escondí más de lo que imagine. Sentía un frio que me carcomía.
El hueco fue grande, extrañarte es mortal, pero el cuerpo sabe adaptarse. El tiempo ayuda, el tiempo enseña a que las situaciones cambian, enseña a que nada es eterno, a que nada dura para siempre.
Mientras te escribo se acerca una anciana — ¿Puedo sentarme? — Dice, asenté con la cabeza — ¿Qué le pasa joven? — Pregunta la señora, sabe… me siento solo, desprotegido, desnudo, me hace mucha falta, la extraño montones en las noches, su ausencia me duele, pero es mi deber entender que no es tan malo, que hay más, que puedo vivir sin ella…
— Joven no se aflija, mire tan lindo que se ve este parque desde esta butaca, oiga los pajaritos como cantan, No la extrañe tanto — me dijo la señora con tono consolador —, no vale la pena.
Así son las cosas de la vida — respondí — apegos innecesarios que uno mentalmente se crea.
¿Sabe que hoy hace 31 meses, 135 semanas, 950 días, 22.801 Horas, 1.368.060 Minutos y 82.083.600 segundos, no la tengo? hace ese tiempo ya…
Solo espero que el que este con ella disfrute su compañía y hasta la luzca, creo que es mi mejor deseo, era hermosa, ella hacia cálidas mis noches, me acompañaba siempre…
Lo mejor de despertar era saber que existía esto me hacía levantarme y salir a luchar con la vida sin sentido; encontrarla siempre para mí, saber que me acompañaría era algo que no he podido encontrar con alguna otra.
— Pero la extraña mucho — me dice la señora.
Si, más en las heladas noches de esta caótica y a la vez solitaria ciudad… realmente era un hermoso abrigo. Mi hermoso abrigo.



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